Gatos esfinge, ananás, revólveres, cruces y hectáreas de tatuajes
Marla Singer, dueña de una estética cuidada, desde la elección de su alias —un claro homenaje al inolvidable personaje femenino de Fight Club— hasta su obsesión por ocultar su verdadero nombre, viene paseándose por los pasillos de la escena artística de internet desde hace un par de años.
Al menos en el ámbito artístico, poco o nada se sabe de Lituania en este lado del telón de acero. Natalie Shau, artista que en Verboten tuvimos la suerte de entrevistar e incluir en nuestro primer número en papel, es quizás, la única referencia que tenemos del país báltico. Por esta razón, cuando el trabajo de Marla Singer llegó a nuestra redacción la alegría fue si cabe, doble.
Marla Singer, dueña de una estética cuidada, desde la elección de su alias —un claro homenaje al inolvidable personaje femenino de Fight Club— hasta su obsesión por ocultar su verdadero nombre, viene paseándose por los pasillos de la escena artística de internet desde hace un par de años. Podríamos decir que su trabajo más popular es Portraits29, pero con seguridad, no se trata de la pieza que mejor representa su linea argumental.
Marla Singer, a caballo entre el steampunk y el pop white trash de la década del 2000, acierta siempre, desde la elección de la paleta de colores, hasta en sus aparentes descuidos en los aspectos técnicos de la manipulación fotográfica. “Creo que lo que importa es la combinación de colores, éstos son como notas musicales, no puedes hacer una canción con solo una nota. Aunque ahora mismo me encanta mezclarlo todo con el rosa-melocotón” declaraba Singer acerca de sus colores favoritos a un medio australiano.
Gatos esfinge, ananás, revólveres, cruces y hectáreas de tatuajes son elementos comunes en la primera etapa de esta jovencísima artista lituana. ¿Qué podemos esperar de ella en un futuro cercano? Cualquier cosa menos algo aburrido.