Harding Meyer nace en 1964 en la ciudad brasileña de Porto Alegre. Su formación académica la realiza en Alemania, en la Escuela de Bellas Artes de Karlsruhe bajo la tutela del Max Kaminski, una de las referencias del arte germano de la década de los ochenta.
Aunque Mayer lleva casi 20 años volcado en los retratos, la popularización de su obra es relativamente reciente. En 2012 gesta una serie de oleos notable que poseen la fuerza necesaria para romper fronteras, tanto geográficas como culturales, y escapar de una vez por todas de círculos reducidos y hacerse accesible al gran público.
En un nivel determinado, la propuesta de Meyer guarda cierto parentesco con la obra de Françoise Nielly, no solo por la dramatización de los rasgos a partir de los colores, sino también por la utilización de fotografías como punto de partida. Aunque a diferencia de Nielly, Meyer obtiene sus modelos buceando en la red de redes. “Necesito cierta conexión con el rostro del sujeto. A veces comienzo una pintura y esa conexión no se desarrolla.
También es posible que haya trabajado meses en una tela y termine por perder ese contacto. Es ahí cuando debo parar y destruir la pintura”, comenta Meyer durante una entrevista.